Skip to content

Read more from Domestic Violence, Testimonial

4
abr

Dulce M., Programa de violencia doméstica ¡BASTA!

4 abril, 2011

En 2007, como parte de una tarea asignada en la escuela, la hija de Dulce M. escribió una carta a San Nicolás. Ella escribió que lo que quería para Navidad era ayuda con su padre – quería que se acabara la violencia en su casa. La tristeza de Dulce con lo que su hija había visto y experimentado se vio multiplicada por una información que la aterró: trabajadores sociales del Departamento de Servicios Infantiles y Familiares (DCFS), alertados por la maestra de su hija, realizaron una visita al hogar. Los funcionarios no encontraron pruebas de que sus hijos hubieran sufrido daños físicos, pero Dulce comprendió que si el abuso continuaba podría perder a sus hijos.

Aunque ella quería desesperadamente proporcionar una mejor vida para sus hijos y obtenerla para sí misma, Dulce no tenía claro cómo debía proceder. Había estado con su marido desde 1992. “El abuso comenzó de inmediato”, dice ella, “pero al principio no comprendí lo que era. Las personas piensan que la violencia doméstica solo es violencia física, pero también puede ser verbal y emocional.” El marido de Dulce era físicamente abusivo, pero también la menospreciaba y controlaba. Prohibió que ella trabajara o estudiara. La criticaba constantemente. Era sexualmente abusivo. También era muy estricto con los niños y se enfurecía cuando Dulce les mostraba afecto.

Dulce sabía que tenía que marcharse, pero era indocumentada y a veces su marido la amenazaba diciendo que haría que la deportaran y se quedaría con los niños. Sin embargo, tras la visita de DCFS Dulce supo que no tenía ninguna otra alternativa. Comenzó a ahorrar dinero y pidió ayuda a la organización Mujeres Latinas en Acción. La agencia ayudó a Dulce a introducir una orden de amparo. También la remitieron al programa de violencia doméstica de HAS.

Ahora Dulce está separada de su marido y tiene custodia plena de sus hijos. Ha enfrentado varios desafíos – su ex-marido informó a su empleador que ella era indocumentada, lo cual le costó su empleo; le colocó azúcar en el tanque del carro. También la asaltó físicamente. Pero el respaldo que recibió en las asesorías individuales y grupales de HAS la ayudó a perseverar. Dulce dice que “poco a poco pude cambiar. Al principio me preocupaba, no estaba segura cómo pagaría las cosas, no estaba segura si había hecho lo correcto. Ahora me siento más fuerte. Sé que puedo hacerlo.”

Dulce cree que la orientación que recibió ha elevado su autoestima y la ha enseñado a ser más asertiva: ha aprendido a darse valor a sí misma como mujer y a exigir respeto a los demás. Dice que “a veces la gente irrespeta a las madres solteras, pero he aprendido que la manera en que una persona habla y se presenta ante los demás influye sobre cómo la tratan”. Desde que abandonó a su marido sus hijos también han prosperado. Su terapista familiar en Casa Central ha dicho a Dulce que ellos están muy bien y no necesitan orientación adicional. Dulce también ha notado cambios dramáticos, observando que “ahora los cuadros que dibujan son diferentes. Antes mi hija no era capaz de dibujarse a sí misma con una sonrisa. Ahora están felices. Hacen dibujos de arco iris, de nuestra familia – cosas agradables”.

A Dulce, que ahora está empleada en el jardín de infancia de su hija, le encanta trabajar con niños y tiene contemplado seguir estudiando inglés para poder alcanzar eventualmente su objetivo de convertirse en pediatra. En el futuro ella piensa tener solamente relaciones que sean más saludables: “muchas mujeres creen que lo único que importa es la opinión del hombre, que sus maridos pueden decirles lo que tienen que hacer. Ahora veo que eso debiera ser muy distinto. Deberían ser importantes las opiniones y decisiones de ambas personas”. Lo que quizás es más significativo es que ella quiere ahora aportar a los demás. Dice que “ahora siempre estoy viendo a mujeres que son como solía ser yo. Siempre trato de conversar con ellas. Quiero que ellas sepan que las cosas pueden ser mucho mejores. Es un error avergonzarse y mantenerlo en secreto. Me siento realmente bien ahora y ellas también pueden sentirse mejor si están dispuestas a pedir ayuda.”